People & Homes
El atemporal Confucio dijo:
“El aprendizaje sin acción es labor perdida”
Yo también digo a mis clientes, sin llegar ni a la suela de la alpargata a Don Confucio, que la calidad del asesoramiento que ofrece un agente inmobiliario es directamente proporcional a sus conocimientos. Y lo creo firmemente. Y es que, en mi opinión, no es lo mismo formación que conocimiento.
Puedes andar “formándote” de curso en curso, los tienes de todos los tipos, y no
interiorizar ni asimilar nada de lo que expongan, o puedes quedarte en casa y leer por tu cuenta y tenerle bien tomado el pulso al sector. Hay de todo en todas partes, ya se sabe.
¿Buenos formadores…? “Haberlos haylos”
Hace varios meses ya, encontré en “Don Google” un ranking de los “vendehúmos” más “destacados” de 2019. Si, yo también me sorprendí cuando me topé, por casualidad, con el artículo.
La página difusora, medio en broma medio en serio, mete en el saco a un buen puñado de conocidos y, más o menos, mediáticos personajes de las redes sociales; uno de ellos ha hecho incluso un spot publicitario, no recuerdo ahora de qué.
Y ese ranking no salió por que sí, sin más, ni se hizo de forma arbitraria, no. Hicieron una encuesta donde participaron unos miles de personas con ganas de poner a más de uno en su sitio. Cuando el pueblo habla….
En nuestro sector tenemos un buen repertorio de convenciones, formaciones,
congresos, talleres, cursos …. llámalo como quieras. Estos, en gran medida, promovidos y aleccionados por compañeros del sector. Los hay con más o menos experiencia, con mayor o menor currículo, con más o menos despliegue y poderío de medios… los hay para todos los gustos.
¿A qué se debe esta avalancha de formadores? Tras el revés de la crisis y que se
acabara el “despachar” pisos, nuestro sector tuvo que admitir, menos mal, que
necesitaba formación y reciclaje (y lo que queda) para poder seguir existiendo.
Y tal proceso se inició, y se desarrolló hasta tal punto que hay un mercado paralelo que mueve muchos miles de euros cada año.
Por supuesto no digo que no recibamos cursos o asistamos a congresos, si no que son muchos los que se han subido al carro de la formación y las charlas con pinganillo.
Para mí un formador, coach o ponente top es el que tiene un buen PAR. ¡Ala, ya lo he dicho! Mejor me explico, que ya imagino por donde te estas yendo.
El buen formador es consciente de un Problema o cuestión a resolver. No sólo cuenta algo si no que al hacerlo está aportando. No cuenta batallitas sin más. Tiene un mensaje claro que ofrece valor y con el que resolver ese Problema. Ya te conté la P.
¿Vamos a la A? ¡Pues la A de Acción! Si, si, comprobado: la única forma de aprender es haciendo. El buen formador da herramientas, tics y pautas para poder usarlas y ponerlas en marcha desde el minuto uno.
Y la R de Resultados o ROI. ¿Cuánto dinero me ha “devuelto” esa formación que he recibido? De nada sirve asistir, ser conscientes del valor de lo que he recibido y no implementarlo de forma continuada en el tiempo. Y considero que el buen formador es el que hace seguimiento hasta que el receptor de la formación ha interiorizado o automatizado el modo en que ha de resolver ese problema que decíamos más arriba.
Pocos formadores lo hacen, y por supuesto va a depender del coste de la formación, pero hemos de admitir que hay cursos que por lo que valen bien merecen ese seguimiento.
¡Qué si…, qué estoy aprendiendo, de verdad!
Al igual que hay todo tipo de formadores, también hay alumnos de lo más variado. Y las estadísticas dicen que muy buenos pupilos no somos.
Según la información extraída del Siltom Institute, tan solo el 8% de las empresas ven un impacto de los programas formativos que llevan a cabo. Además, sólo el 4% obtiene algún retorno o resultado.
Parece ser que en la mayoría de los casos nos quedamos con algunos conceptos, pero más del 80% los perdemos en unos pocos días y nunca pasamos a aplicarlos en nuestro trabajo. La adrenalina y subidón nos dura bien poco, sí.
También están aquellos que lo saben todo y ven la formación como un gasto y una pérdida de tiempo.
Si en algo coincidimos la mayoría es en la velocidad con que subimos la “fotito” a las redes sociales, en la cantidad de vídeos en directo que tomamos y las divertidas comidas postcurso.
Algunos estudios demuestran que hay personas que, sin haber asistido, han tenido acceso a toda la ponencia gracias a todo el material que se ha compartido en las redes y hasta han implementado más que los que sí estuvieron (ironía, jejejejeje… ¡Aunque quién sabe!)
Admitámoslo, los cursos nos vienen muy bien para “escapar” de la oficina, para ver a los compañeros de otras agencias y para cambiar de aires por un día y relajarnos.
Pocos vamos con el ”modo negocio” activado o queriendo ver una buena oportunidad de networking y sinergia. Que no lo digo yo, lo dicen las estadísticas, ¡eh!
Para mis los buenos alumnos son, también, los que tenemos un PAR, ¡por
supuestísimo! Somos conscientes de una carencia formativa, tomamos acción para solucionarlo y lo añadimos a nuestro día a día para obtener resultados.
Suena difícil y tedioso, además de repipi, lo sé.
Incorporar una sola idea o concepto, de cada curso o formación, no es propósito difícil y además rompemos estadísticas que eso siempre viene bien.
Soy muy fans, lo admito, de la formación activa. Considero como tal, aquella que te hace comprar un libro y devorarlo, también suscribirte a canales de YouTube y podcast, preguntar a otros compañeros sobre el tema, charlar y charlar durante horas hasta que tu pareja y amigos te miran feo y te piden “amablemente” que te calles.
Y eso, ya sabemos, lo consigue un hobby o una afición. Ey, también, (y lo sabes…) una profesión cuando te gusta lo que haces, cuando el aprender no te cansa, cuando te sientes asesor inmobiliario las 24 horas del día, los 7 días de la semana.
¿Entonces qué, nos formamos o nos conformamos?